La diabetes tipo 2 se asocia con dislipidemia, caracterizada por anomalías cualitativas en LDL y alteraciones en HDL. Estas modificaciones lipídicas incrementan significativamente el riesgo cardiovascular en estos pacientes. Comprender estos cambios es esencial para desarrollar estrategias de manejo efectivas y reducir las complicaciones.
En la diabetes tipo 2, las partículas de LDL tienden a ser más pequeñas y densas (sdLDL), lo que las hace más aterogénicas. La resistencia a la insulina y la hiperglucemia promueven la formación de estas partículas sdLDL. Este tipo de LDL es más susceptible a la oxidación, lo que aumenta su capacidad de penetrar en las paredes arteriales y formar placas ateroscleróticas.
La hipertrigliceridemia, común en la diabetes tipo 2, es un factor clave en la formación de sdLDL. La proteína de transferencia de ésteres de colesterol (CETP) facilita la transferencia de triglicéridos a las partículas de LDL, reduciendo su tamaño y aumentando su densidad. Además, la actividad disminuida de la lipoproteína lipasa en estos pacientes contribuye a la acumulación de sdLDL.
El HDL, conocido como “colesterol bueno”, es crucial para el transporte reverso del colesterol. En pacientes con diabetes tipo 2, los niveles de HDL suelen estar disminuidos y su función se ve comprometida. La glicación y oxidación de HDL reducen su capacidad para remover el colesterol de las arterias, lo que agrava el riesgo cardiovascular.
Las anomalías cualitativas de LDL y las alteraciones en HDL en diabetes tipo 2 tienen implicaciones clínicas significativas. El manejo de la dislipidemia en estos pacientes incluye el uso de estatinas para reducir el LDL total y la cantidad de sdLDL. Fármacos como fibratos y omega-3 pueden ayudar a reducir los triglicéridos y mejorar el perfil lipídico. Además, se están investigando terapias que aumentan el HDL y mejoran su funcionalidad, como los inhibidores de CETP.
La evaluación regular del perfil lipídico, incluyendo la cuantificación de sdLDL y la funcionalidad de HDL, es esencial en el manejo de la diabetes tipo 2 y la dislipidemia. Las estrategias terapéuticas deben ser personalizadas, combinando intervenciones farmacológicas con cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable y ejercicio regular, para optimizar la salud cardiovascular y reducir riesgos.
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