La enfermedad celíaca es una afección autoinmune que requiere un manejo cuidadoso para evitar complicaciones a largo plazo. El tratamiento principal es una dieta estricta sin gluten, lo que implica la eliminación total de alimentos que contengan trigo, cebada y centeno. Este enfoque no solo alivia los síntomas sino que también previene el daño intestinal y las complicaciones asociadas.
El pilar del tratamiento de la enfermedad celíaca es la dieta sin gluten. Es fundamental que los pacientes eviten todos los alimentos que contengan gluten, incluidos productos derivados de trigo, cebada y centeno. Incluso trazas de gluten pueden desencadenar una respuesta inmune y dañar la mucosa intestinal. Los productos etiquetados como “libres de gluten” son seguros para el consumo, y es importante educar a los pacientes sobre cómo leer etiquetas y reconocer ingredientes ocultos.
La educación del paciente y el apoyo nutricional son esenciales para el éxito a largo plazo en el manejo de la enfermedad celíaca. Los pacientes deben recibir orientación de un dietista especializado en enfermedades gastrointestinales para asegurar una dieta equilibrada y adecuada. Se debe enfatizar la importancia de evitar la contaminación cruzada y proporcionar recursos para planificar comidas seguras.
Al inicio del tratamiento, algunos pacientes pueden presentar deficiencias nutricionales debido a la malabsorción prolongada. La suplementación con hierro, ácido fólico, vitamina D y calcio puede ser necesaria para corregir estas deficiencias. Es importante monitorear los niveles de estos nutrientes y ajustar las dosis según sea necesario.
El seguimiento regular con un gastroenterólogo es crucial para monitorear la adherencia a la dieta sin gluten y evaluar la recuperación de la mucosa intestinal. Las pruebas serológicas periódicas para anticuerpos anti-transglutaminasa tisular (anti-tTG) y la repetición de la biopsia intestinal pueden ser necesarias en casos seleccionados para asegurar la curación completa y la ausencia de exposición continua al gluten.
En algunos casos, los pacientes pueden desarrollar complicaciones como la enteropatía refractaria, donde los síntomas persisten a pesar de una dieta estricta sin gluten. Estos casos requieren un enfoque especializado y pueden incluir el uso de inmunosupresores o tratamientos biológicos. También es fundamental descartar otras afecciones concomitantes que puedan estar contribuyendo a los síntomas persistentes.
Aunque la dieta sin gluten sigue siendo el tratamiento estándar, se están investigando nuevas terapias. Estas incluyen enzimas que degradan el gluten en el tracto gastrointestinal, vacunas que inducen tolerancia inmune y moduladores del sistema inmune. Aunque estas opciones no están disponibles actualmente, representan un futuro prometedor en el manejo de la enfermedad celíaca.
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